En Baleares, Valencia, Andalucía, Galicia… Puertos del Estado tiene un objetivo: hacer negocio con los faros españoles. A ellos les es indiferente dónde esté el faro, su historia o su valor arquitectónico, lo único que miran es si se puede hacer negocio con él.
Hablar de faros es hablar de historia: año de construcción, altura de la torre, alcance de su luz, ritmo de sus destellos… Sin embargo, Puertos del Estado es incapaz de ver la historia y la cultura que encierran porque, para Puertos del Estado, hoy, los faros son solamente un posible buen negocio. Los metros de la altura de su torre no importan: no son euros. El ritmo de su luz no tiene valor: no se escribe en euros. Los años de servicio no cuentan: no son euros a recaudar.
La gente de Galicia, de Asturias, de Cantabria, de Cataluña, de Baleares, de Valencia, de Murcia, de Canarias y de Andalucía podemos crear en cada Comunidad una Asociación y unirnos después todas ellas en una federación, en una plataforma para la defensa de los faros. Solamente hay una posibilidad de vencer: unirnos. Si no nos unimos, si no lo hacemos juntos, no tenemos nada que hacer en esta batalla. No se puede esperar a que otros abran los caminos para después pasear por ellos: tenemos que abrirlos nosotros. Tenemos que trabajar juntos; si no dentro de un tiempo veremos muchos faros españoles convertidos en restaurantes y hoteles de lujo. Echaremos la culpa a Puertos del Estado porque hizo negocio de la historia, de la cultura, pero todos seremos responsables de ello, porque no hicimos nada para evitarlo.
Las malas acciones no son responsabilidad solamente de aquellos que las comenten, lo son también de quienes conociéndolas no hacen nada para evitarlas.